La figura de la señora con nariz de bola, alta, delgada, pelirroja, seguida por su hija, con nariz de triangulo, también delgada y peinado su pelo negro con cola de caballo, caminando por una calle llena de transeúntes, coches, camiones en los que se ven más narices boludas, un repartidor de pan con una gran canasta en precario equilibrio sobre su cabeza y pedaleando una bicicleta; son imágenes que para muchos mexicanos vienen a nuestras mentes, cuando oímos sobre la familia Burrón.
Fueron los comics que, a seis décadas de generaciones, nos alegraron la vida con las ocurrencias de sus personajes, que fueron creados por su autor Gabriel Vargas, quien tuvo el mal gusto de abandonarnos el 25 de mayo de hace seis años.
Es la historieta mexicana que durante más años se ha publicado, el primer ejemplar vio la luz en 1948 y el último en agosto del 2009 y tal vez también, como ninguna otra, ha reflejado el carácter, las desavenencias y la cultura popular de los mexicanos, tanto de la gran urbe como de quienes han habitado las zonas rurales.
La familia Burrón surge como una publicación de la revista «Pepín» con el título «el señor Burrón o vida de perro», pero cuando su autor Gabriel Vargas se independiza, en el año de 1953, esta historieta, adquiere el nombre con el que muchos la conocimos.
Una parte de las historias, se ubican en el domicilio de la familia, ubicado en el «Callejón del Cuajo», en el centro de la Ciudad de México; con una imagen de la diaria convivencia en esas vecindades de los años cincuenta, cuyo origen ha sido relatado en otras aportaciones de un servidor, y que fueron desapareciendo con el paso de las últimas décadas.
Aún y cuando una historieta como la familia Burrón suele ser imaginaria, en tanto pretende representar aquello que no existe; nos ofrece una percepción de la realidad que se vive en México y por consecuencia toma un significado social.
De esta forma, la obra de Gabriel Vargas representa un mundo real con la frescura y naturalidad que brota de una historieta o cómic, alejándose de lo artificial de otras formas de transmisión de cultura popular (como sucede en la mayoría de las telenovelas), para presentarnos una realidad social.
El mundo dibujado en la historieta refleja la vida urbana de México en una familia de clase media baja que tiene que enfrentar los problemas diarios que viven los ciudadanos: la delincuencia, carencia de agua o transporte, basura, comercio informal, precariedad de vivienda, bajos ingresos, subvaluación del esfuerzo laboral, etcétera. La corrupción no escapa a la sátira del cómic y la plantea desde «la mordida» al policía, hasta la influencia política y el abuso de los bienes y patrimonio públicos.
En el plano de los valores, nos presenta a un Regino Burrón como un hombre trabajador y honrado de oficio peluquero, cuyo patrimonio es el esfuerzo de su trabajo, el que no es suficiente para sacar adelante a su familia; pero, la fortaleza moral del personaje, le hace salir adelante en las situaciones diarias que se le van presentando.
El contraste de este individuo, se presenta a través de Borola Tacuche, la esposa de Don Regino, personaje que se ubica en un plano amoral representando un matriarcado propio de la familia urbana mexicana, y viviendo en un ambiente en donde los conflictos familiares de sus vecinas, representados por la violencia física, el vicio o el abandono material, dan a la señora Burrón una fuerza que la convierte en lideresa para ayudarlas y, en el diario luchar por salir del «día al día», se plantean las ocurrencias de este personaje, para obtener una estabilidad en su familia. Es indudable que, a través de Borola, el autor crea una imagen de la lucha del feminismo en México.
El pauperismo en la sociedad mexicana es presentado por personaje como Susano Cantarranas y su pareja la Bella Flor, habitantes de los barrios periféricos que viven en una habitación de madera y cartón; su afición al pulque refleja una forma de olvidar la miseria en que viven.
Por otro lado, la revista nos ofrece el contraste social que se presenta con personajes como la » Tía Cristeta», representando a la clase social mexicana de altos recursos económicos; personaje cuya vida en París se encuentra plasmada de excesos en la bebida y la comida o en la figura del adolescente “Floro Tinoco”, hijo de un magnate industrial, quien representa al hijo de familia rica que lleva una vida de lujos, pero sin motivación.
La historieta de Gabriel Vargas tuvo tanta influencia en la cultura mexicana, que ha dejado al lenguaje una serie de expresiones como: mover el bigote, por comer; está rechupete, por sabroso; está chipocludo, para referirnos a algo que nos parece agradable; laboratorio de los chimoles, por cocina o te duele el montalayo, para referirse al dolor de estómago.
Este agosto se cumplen seis años de la desaparición de “La Familia Burrón” y me caé que estuvo a todo mecate, el poder disfrutar del ingenio de Don Gabriel Vargas cada semana.
Lástima que se fue…….
Si desean ver más sobre los personajes de esta historieta pueden visitar la Secretaría de Cultura de México, que menciona a la revista como parte del folklore mexicano.
También pueden visitar la página de Facebook de la historieta en:
https://www.facebook.com/LA-FAMILIA-BURRON-137493156319292/