Ella se había levantado temprano para cumplir con la obligación de votar en las elecciones de ese día, que eran cruciales para el futuro de su país. A pesar de ser cuatro los candidatos, prácticamente se presentaban dos opciones: Una reflejaba, en mayor o menor medida, la continuidad, y la otra se presentaba como la posibilidad de un gobierno distinto a lo que se ha tenido durante décadas.Llevaba cerca de 15 minutos en la fila y pronto le tocaría entrar a la casilla de votación. Le serían entregadas las boletas y en ellas debería marcar su decisión, pero aún no la tenía, le repugnaba la corrupción de quienes habían ejercido el poder, pero también le atemorizaba la inseguridad de lo desconocido. Llegó su turno, marco las boletas, las depositó en las urnas, salió de la casilla y se fue caminando a su casa, con la tristeza de haber votado sin una verdadera convicción de que lo que había hecho era lo correcto.
A los ciudadanos mexicanos que nos toca votar este 1 de julio, el sistema político no nos presenta nada que pueda convencernos como un verdadero líder, tanto en lo individual, como por aquello que le respalda, llámense personas o partidos políticos, así que muchos nos preguntamos cómo tomar la decisión de por quién votar.
Es por eso que, en esta columna, propongo una serie de reflexiones que espero ayuden a quienes aún se encuentran indecisos, a crear un juicio sustentado en el análisis y la razón, que les permita, dentro de lo posible, salir satisfecho de la casilla electoral luego de haber ejercido su derecho ciudadano de elegir a quienes nos gobernaran.
La primera decisión es fácil. Elimina a quien consideres que es el peor, tomando en cuenta tanto a la persona del candidato, como lo que está detrás de él. El siguiente paso será elegir el menos malo de entre los que queden.
La historia es posiblemente la mejor maestra que podemos encontrar y por eso quiero acudir a quienes fundaron la democracia, los antiguos griegos, que referían que el Estado debe reunir las virtudes propias de una buena persona: Prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
La prudencia implica cautela y moderación. Es una virtud que lleva a analizar las cosas antes de tomar decisiones y con base en esto actuar con verdadero conocimiento de lo que se hace. Así, cuando una persona se encuentra frente a un conflicto, primero se procura la información que le permita conocer el problema por sus causas y sus efectos, luego procede a analizar la información y, de esta forma, una decisión que la lleva a la práctica. ¿El candidato y su entorno se expresan con prudencia? ¿Han demostrado que sus propuestas están basadas en información correcta y en un verdadero análisis de esta?
La justicia es definida como el dar a cada uno lo que le corresponde. En realidad, el concepto tiene muchas variantes, pero, para el caso que nos ocupa, debemos analizar si del discurso del candidato, su trayectoria y, muy importante, las personas o la institución que le respaldan han cumplido con este principio de dar a cada uno lo que es le es propio.
La templanza la podemos comparar con la idea del acero. Se dice que una daga de acero está bien templada cuando su composición química es la adecuada, su forja ha sido llevada correctamente y ha dado una herramienta no sólo fuerte, sino también útil. Una persona tiene templanza cuando es capaz de controlar sus impulsos y deseos y lo mismo se puede aplicar a las instituciones, cuando éstas han demostrado permanecer en el camino para el que fueron creadas y son de utilidad para la sociedad. ¿En cuál de las propuestas podemos encontrar esta cualidad de control y utilidad?- La fortaleza se presenta como una actitud hacia los obstáculos y las dificultades. Una persona es fuerte cuando enfrenta los impedimentos, aunque no siempre los supere. Por el contrario, será débil aquel que, frente a las dificultades, evada su responsabilidad y las soslaye. ¿El candidato y su entorno es fuerte, ha enfrentado las dificultades en su vida pública, incluyendo la corrupción, o ha sido débil frente a eso?
Estas son las circunstancias que los ciudadanos debemos considerar al momento de elegir a nuestro gobernante. Es imposible que cada uno de los candidatos y el entorno que le rodea reúna por sí mismos las referidas cualidades, pero si queremos emitir un sufragio inteligente debemos considerar si la persona por la cual vamos a votar puede aportar al Estado mexicano esas cualidades, y en qué medida.
Pero también debemos considerar que nuestra democracia debe sustentarse en los contrapesos de poder que impiden el abuso de éste, por lo que si estás en posibilidad de elegir senadores y diputados, vota por aquellos que podrán dar un “hasta aquí” a quien sea presidente, pues la última experiencia nos ha demostrado el mal uso que se puede hacer del poder por quien tiene a su favor un Congreso entreguista.
Les invito a buscarme en YouTube, a nombre de Óscar Müller Creel
Crédito de la imagen: ine.org.mx