En los inicios de la humanidad, la domesticación de las plantas y los animales, vinieron a sustituir a las tribus nómadas compuestas por unas cuantas decenas de personas para convertirse en ciudades donde los pobladores se contaban por miles, al existir mayor producción de alimentos, las actividades humanas se diversificaron para producir más bienes como la alfarería, pieles, carpintería y construcción, esto intensificó el fenómeno del intercambio comercial y la interacción entre los distintos grupos y trajo como consecuencia que la persona viviera bajo cierto anonimato, muchos de los demás miembros del grupo urbano desconocían el nombre, actividad o circunstancias de otros.
El desconocimiento de las personas en esta aglomeración fue detonante de los actos delictivos, pues se podían violentar las reglas de convivencia y permanecer sin castigo debido a dicho anonimato, este crecimiento de las conductas antisociales acarreó la necesidad de tener una fuerza organizada que ayudase a combatirlas y dado que las guerras contra otros grupos sociales, generalmente basadas en conquistas de territorio o riquezas, formaba parte del desempeño normal de estas civilizaciones, de los ejércitos se extraían aquellas fuerza controladora de las conductas delictivas en el grupo social.
Durante milenios la humanidad subsistió bajo este sistema de sociedades agrícolas y guerreras, y creció la población, demandando mayor seguridad pública lo que fue exigiendo que las políticas públicas dieran mayor importancia a actividades preventivas del delito lo que trajo consigo una mayor especialización de los cuerpos policiales, los que ya no surgían de los ejércitos, sino que eran creados para cumplir con las misiones específicas de seguridad en las comunidades.
Con el paso de los siglos el avance de tecnológico trajo la posibilidad de controlar la energía contenida en el vapor lo que llevó a la humanidad a una nueva evolución, desplazando la importancia que hasta entonces habían tenido las sociedades agrícolas, esta nueva época conocida como la Revolución Industrial implicó el uso de maquinaria para la producción de bienes y por consecuencia, la necesidad de mano de obra en los centros fabriles del mundo; es así que se da un fuerte fenómeno migratorio del campo hacia las ciudades, las que antes eran poblaciones de miles o decenas de miles de habitantes se transforman en áreas que concentran millones de personas, un ejemplo muy claro de esto fue la ciudad de Chicago que para 1860 contaba con 56,000 habitantes y 50 años después era una población urbana en la que se reunían más de 2 millones de personas.
La aglomeración de personas que así surge es aún más proclive para la criminalidad, pues en estos centros poblacionales se potencializan factores detonantes de la comisión de delitos: pobreza, marginación, ignorancia, alcoholismo, drogadicción y prostitución, de donde brota la necesidad de contar con una nueva policía cuya función debe sustentarse en un elemento básico, su cercanía con la comunidad.
En efecto, en las ciudades modernas pobladas por cientos de miles o millones de personas, es imposible tener una policía que se encuentre en todos los lugares, se han creado nuevas tecnologías que buscan sustituir esta carencia como los sistemas de comunicación, unidades de reacción rápida o el mapeo delincuencial, pero es una realidad insoslayable que el mejor aliado de la policía para combatir el crimen que surge en los centros densamente poblados, es la comunidad la que, al contrario de la policía, si se encuentra en todos los sitios y es la primera en conocer el hecho delincuencial, de donde se observa que un elemento esencial para que los cuerpos de seguridad sean efectivos en el combate al crimen es la confianza que hacia la policía tenga la ciudadanía.
Esta relación entre comunidad y policía, debe cultivarse siempre a través de actitudes de ambas partes, por parte dela comunidad mediante conductas que faciliten la relación, como el respeto y reconocimiento a la autoridad que el funcionario del orden representa y, por parte de la autoridad mediante una constante comunicación con la comunidad en la que se promueva la importancia de la función policial y cultura cívica.
Existen conductas de la policía que deterioran esa relación con la comunidad, dos de ellas son de vital importancia y respecto a las cuales deberá tenerse siempre especial atención: la corrupción y el abuso de la fuerza, ambas son circunstancias que en forma aislada pareciera que no afectan gravemente a la imagen policial, sin embargo cuando los casos dejan de ser aislados de tal forma que dichas situaciones se conviertan en calificativos de la actividad policial, es decir cuando en la sociedad se empieza a identificar la idea de policía con abuso de fuerza o corrupción, la relación entre policía y sociedad se deteriora y con ello la capacidad de combate al crimen.
En México, la tortura por la policía es una práctica tan grave que ha sido señalada y criticada por la Organización de las Naciones Unidas y en los Estados Unidos los reclamos por los abusos de fuerza policial se están volviendo una constante y lo más peligroso es que estos reclamos están brotando de las comunidades minoritaria las que, debido a su capacidad económica limitada, viven en las zonas poblacionales más densamente pobladas y por consecuencia más proclives a la delincuencia, es posible que esta circunstancia sea una de las causas por las que el mayor porcentaje de detenciones y uso de fuerza se lleven a cabo hacia estos grupos de la población.
El fenómeno antes relatado nos presenta como indudable que algo está faltando en las políticas públicas de prevención y combate al crimen, y es necesario reflexionar al respecto para modificar aquello que sea necesario, pues a mayor distanciamiento entre policía y comunidad, mas campo fértil se abre a la criminalidad y al crecer esta, mayor deterioro de la imagen policial y por ende menor capacidad de combate al crimen, esto se transforma en un círculo vicioso del que después es difícil salir. Como ejemplo un botón: cuando en México un ciudadano es testigo de un acto delictivo y se le cuestiona porque no notificó a la policía, la respuesta más común será – ¿para qué? de todos modos no hacen nada-.
El policía es una persona que realiza un trabajo muy especial, está dispuesta a arriesgar su vida para defender a la sociedad y esto le hace vivir con una constante carga de adrenalina que es poco presente en el ciudadano común, de ahí la propensión a cometer errores, pero también por esto debe tener una capacitación constante y de calidad y cuando un policía comete un error grave, debe ser sancionado de acuerdo a las circunstancias del caso, y agregaría que también tomando en consideración que no se trata de un ciudadano común, pero no se puede dejar de sancionar estas conductas pues la impunidad en el abuso de la fuerza policial abre las puertas a mas abusos y crea desconfianza en la comunidad, deteriorando así la eficacia del Estado en el combate al crimen.
Un dato poco conocido: cuando la conquista de México, el pueblo enfurecido contra Moctezuma lo mata y en su lugar elige como líder a quien era el policía del mercado de Tlatelolco, Cuauhtémoc.
[…] que este razonamiento es válido. La policía, para ser eficaz, requiere de la cooperación de la comunidad. ¿En cuántas ocasiones […]