Esta persona era propietario de un restaurante especializado en carnitas de puerco, sus padres tenían el mismo negocio y de ellos había aprendido mucha de la información que se requiere, para manejar ese género; además, con el transcurso de los años había ido acumulando más conocimientos que le permitían tener un negocio exitoso. Parte de este conocimiento había sido asimilado por los empleados, que con el cooperaban, a tal grado que cuando el dueño decidía tomarse unas vacaciones, dejaba encargado el negocio a uno de ellos que era de todas sus confianzas y cuando volvía, hacía cuentas con él, quien le entregaba puntualmente los informes de ventas, proveedores, gastos y demás.
El dueño conocía que su empleado era una persona honrada y difícilmente le defraudaría, pero además su conocimiento del negocio le permitiría identificar fácilmente, si la que le proporcionaba su empleado era real o falsa.
Dicen que la información es poder y sobre esa base, cuestiono a mi amable lector, sobre ¿cuál puede ser la utilidad de la información que pudiera llegarnos, de lo que hacen los órganos de gobierno y quienes en ellos nos representan? si en realidad no intervenimos en lo que ellos hacen, aunque tal vez sería bueno cuestionar si realmente carecemos de capacidad de influir, en lo que hacen los políticos y la burocracia en general.
La verdad es que sí en realidad vivimos en una democracia y podemos influir en lo que hacen nuestros gobernantes, una de nuestras principales herramientas para esto son las urnas a donde acudimos a dar nuestro aval o repudio a quienes se han encargado del gobierno durante un período; pero además existen otros instrumentos para vivir en una plena democracia, en la que se haga realidad la máxima de que el poder soberano se deposita en la gente.
Estos elementos son los que se encuentran establecidos en la propia estructura de gobierno, como la posibilidad de demandar por actos indebidos a los políticos y utilizar los organismos autónomos que no son controlados por los políticos en el poder y las herramientas informales, como son los medios de comunicación como la prensa, televisión, radio o INTERNET u otros como la protesta pública.
Pero existe una condición esencial para que los ciudadanos podamos ejercer esa facultad de ejercer el gobierno, a través de quienes nos representan: La información. Al igual que al dueño del restaurante que mencionaba hace algunos párrafos, la población, como dueña del poder de gobierno, necesitamos de información que nos permita conocer realmente como está funcionando nuestro país y, para esto es necesario, saber que es lo que se está haciendo en los órganos de gobierno y así poder conocer si nuestro empleado está obrando o no correctamente en la encomienda que le hemos dado.
Eso es lo que se llama un Gobierno Abierto, aquel en el que la información de lo que se hace esta a disposición del público y, para dar a conocer esto a la comunidad, están los medios de comunicación que al conocer los datos del quehacer gubernamental y trasmitir esto al público, permiten a la población formarse una opinión, que le dará elementos para tomar decisiones, que le lleven a ejercer realmente, esa regla que nos dice que la soberanía se encuentra en el pueblo.
Esto me lleva a plantear otra pregunta a mi amable lector: ¿si fuera el dueño del negocio y hubiese encargado el manejo de este a su empleado, se conformaría con que al volver este le rindiera cuentas diciéndole que todo había salido bien? Evidentemente no, pediría una rendición de cuentas clara sobre ventas, gastos y demás, para poder juzgar si el encargo se realizó satisfactoriamente.
Pues bien, parece que, en México, muchos ciudadanos están contentos con que se les mencione que “todo está bien”, sin que haya verdadera rendición de cuentas, les basta con que el Presidente les diga que las “mañaneras”, es decir su intervención de cuatro horas de lunes a viernes, ante periodistas embelesados y a modo, es un ejercicio de rendición de cuentas y transparencia como no se había dado en ningún otro gobierno.
Mal se le pone la cosa al presidente cuando se llega a presentar algún comunicador que se le enfrenta, cuestionándolo con hechos, como sucedió hace unos días con la valiente periodista Nayeli Roldán, les dejo aquí el enlace para que lo vean.
Excelente ejercicio realizó la organización defensora del la Libertad de Información, Artículo 19 cuando contrastó lo dicho por López Obrador con la información real, dos años le llevó en el sistema de opacidad que se ha vuelto el gobierno actual, para obtener la información restringida que le llevó a concluir en lo que se ha convertido el Derecho a la Información en México.
Nos dice la ONG que analizaron 34 declaraciones emitidas por López Obrador en las mañaneras. A lo largo de dos años presentaron 84 solicitudes de información y 22 recursos de revisión, siendo el resultado que solo dos de las 34 declaraciones (5.6 %) fueron respaldadas con información pública; en dos de los casos la información fue engañosa; en 20 casos ninguna instancia presentó información que pudiera corroborar si lo dicho por AMLO era cierto y 9 de las treinta y cuatro afirmaciones eran definitivamente falsas.
Así, ese presunto ejercicio de transparencia e información que según él dicho del presidente, son las mañaneras; es en realidad un vodevil de egocentrismo y desinformación.
Mi estimado lector es el último juez que decide si nuestro empleado nos está rindiendo cuentas sobre el negocio o pretende engañarnos.