Poco tiempo teníamos de casados, cuando mi esposa llegó a la casa con unas mazorcas de maíz que estaban invadidas por algo que parecía una esponja de color gris azulado y cuya sensación al tacto y la vista no era muy agradable.
- Le encontré en el mercado, me dijo,
-
la gente los hacía a un lado, no sabían de lo que se estaban perdiendo.
La tienda de alimentos, donde lo había encontrado, no tenía mucho que se había instalado en Chihuahua y había traído a la ciudad nuevos alimentos, a los que nuestra limitada gastronomía norteña no estaba acostumbrada, así que yo también me extrañé al ver aquellos elotes, al parecer deformados.
Pero más tarde me preparó las primeras quesadillas de huitlacoche que recuerdo haber probado, estaban deliciosas y mi esposa, cuya madre era del sur, me comentó como ella les enseño desde niños a comerlo.
Este hongo que ataca a la planta del maíz y que lleva el nombre científico de Ustiligo Maydis, no es igualmente apreciado en otros lados: Si algún agricultor estadounidense le aparece el corn smut en su plantación de maíz, de inmediato rociará su cultivo con algún químico que le ayude a combatirlo y un agricultor francés, seguramente, echará maldiciones si su campo se ve invadido por le charbon du maïs (nombre como se le conoce en aquel país al huitlacoche).
Pero en México, la cuna del maíz, la cultura sobre esta planta alimenticia es milenaria y el consumo del hongo que la ataca que llamamos huitlacoche por su nombre original de la lengua náhuatl, que de acuerdo con el filólogo Luís Cabrera, significa excretar y dormir, nombre con el que denominaban los antiguos habitantes de Mesoamérica a un ave que solía llegar en las tardes a las milpas (parcelas de cultivo) y arrojar sus heces en la tierra o las plantas donde se paraba.
En las antiguas culturas que habitaban la zona más húmeda de América, la presencia del hongo era común y aprendieron a comerlo de muy diversas formas, entre ellas con tortilla de maíz; cosa curiosa, pues de acuerdo a un artículo de la BBC, el maíz y el huitlacoche unidos, producen los nueve aminoácidos que nuestro cuerpo necesita para lograr la proteína completa, lo que es difícil conseguir en el mundo vegetal, pues esto solo se alcanza a través de una mezcla especial de granos.
Así pues, podemos afirmar que ese sabroso hongo del maíz es originario de México como la planta en la que crece y consumido principalmente en este país.
La imposición de la imagen presidencial en México revela un culto a la persona que es un riesgo a la democracia y, en últimas fechas, se ha vuelto a la necia posición de rechazar nuestro origen y cultura, con la idea que hay que hacer prevalecer lo que es autóctono y pretender el rechazo de la cultura ibérica que nos llegó con la conquista.
Cada vez más espacios se ven invadidos por ese culto a la personalidad del mandatario; la misma que prevalecía en el ejercicio del poder público en los años sesenta y setenta del siglo pasado, en donde el presidente era amo y señor de este país y, salvo contadas excepciones, los medios de comunicación no se han alejado mucho de esa postura, pues quieren ser parte del ejercicio presupuestal.
Por eso no me extrañó, hace unos días, ver en el canal del Instituto Politécnico Nacional (canal 11) un documental sobre el huitlacoche. ¡qué bien que se dé a conocer lo que nuestro México ha aportado al mundo! pero la ideología impuesta, por el señor que pretende mandar en este país, se sigue en ese canal que depende del dinero público y por tanto de la voluntad de quien lo reparte.
Así que, después del interesante documental sobre el huitlacoche, siguió un programa en el que una Chef presentó una receta cuyos ingredientes eran aceite vegetal, cebolla, ajo, chile verde, el hongo del maíz y huevo. Terminado de elaborar el platillo, la cocinera concluyó diciendo, palabra más o palabras menos, que un platillo más mexicano que ese sería difícil de encontrar.
Esa afirmación me extraño, pues hasta donde mi conocimiento llegaba en ese momento, el ajo y la cebolla eran plantas que nos habían llegado de Europa, así que, en cuanto pude, busqué sobre el tema en internet y confirmé estar en lo cierto.
Solo quedaron dos opciones: o la chef del canal oficialista seguía con ciega devoción la tendencia ideológica impuesta por el presidente o había dicho lo correcto al estimar que lo mexicano es el producto de la fusión de dos culturas: la europea que nos llegó principalmente de iberia (representado por la cebolla y el ajo) y la autóctona (representada por el chile y el huitlacoche).
Quiero pensar que la segunda opción es la acertada y mientras tanto me voy a cenar una quesadilla de huitlacoche.
Provecho…