Se celebraba la Convención Nacional del Partido Republicano en Dallas, aquel verano de 1984, multitudes bordeaban las aceras portando banderas estadounidenses, mientras otros marchaban por las calles protestando contra las políticas bélicas del entonces presidente Ronald Reagan; al llegar los manifestantes al centro de convenciones, uno de ellos, Gregory Lee Johnson, tomó una bandera, la roció con keroseno y le prendió fuego, la policía le detuvo junto con otras cien personas y su caso fue ante la Corte, que decidió sancionarlo con un año de cárcel y 2000 dólares de multa. El caso se resolvió, en definitiva, cinco años después por la Suprema Corte de ese país.
Una nueva ola de protestas ha surgido en relación con los símbolos patrios de los Estados Unidos; inició con el jugador del equipo de Fútbol Americano los 49s. de San Francisco, Colin Kaepernik en la temporada pasada, cuando permaneció con una rodilla al suelo mientras se entonaba el himno nacional, explicó su actitud manifestando que “no podría estar de pie honrando a la bandera de un país que tiene una política de opresión hacia los afroamericanos y la gente de color”.
Esta forma de protestar se ha extendido y en muchas ceremonias deportivas, los atletas se han negado a cumplir con los formalismos de respeto cuando se entona el himno nacional en los estadios, estas reglas indican que la persona deberá ponerse de pie y mirar de frente a la bandera mientras el himno es entonado.
Ante esto, surgió la reacción del presidente Donald Trump, en un mitin realizado en Alabama, donde dijo: “¿no amarían que los dueños de uno de esos equipos de la NFL, al ver que alguien le falta el respeto a nuestra bandera, diga: `saquen a ese hijo de p… de la cancha ahora mismo: está despedido´?
El presidente olvida que este tipo de expresiones han sido ya consideradas, por el sistema legal norteamericano, como una forma de expresar la opinión y, por consecuencia, se encuentran protegidas por la Primer Enmienda, veamos algunos de los argumentos que se sostienen el caso Johnson:
La sentencia resolvió que la quema de bandera estaba protegida por la primera enmienda que decreta la Libertad de Expresión como un derecho fundamental. Determinó que la expresión de las ideas no necesariamente se da a través de la palabra hablada o escrita, sino también puede darse mediante actos simbólicos, como fue el caso de Johnson; también determinó que la quema de bandera en la forma como se había realizado, no implicaba una amenaza o una afrenta a la paz.
Se menciona que: “… reconociendo que el derecho a diferir es la pieza central de las libertades concedidas por la Primera Enmienda, el gobierno no puede ordenar por decreto un sentimiento de unidad entre los ciudadanos. Por tanto, el mismo gobierno no puede establecer un símbolo de unidad y prescribir un conjunto de mensajes aprobados para que sean asociados con ese símbolo…” y “… la Primera Enmienda está para que el gobierno no pueda válidamente prohibir la expresión o difusión de una idea solo porque la sociedad la considera ofensiva o desagradable…”
En la sentencia se invoca el precedente del caso de los Testigos de Jehová, (1943) que menciona: “— para afirmar la validez constitucional del saludo y promesa obligatorios deberíamos reconocer que la Declaración de Derechos (Bill of Rights) permite a los poderes públicos obligar a las personas a expresar aquello en lo que en realidad no piensan o creen.”
De esta manera, de nueva cuenta, el presidente Donald Trump, arremete, ahora en la cuna misma del supremacismo blanco, contra la Libertad de Expresión, como si este derecho fuese enemigo de la sociedad norteamericana, provocando la división, haciendo a un lado el sistema legal e ignorando un derecho que ha sido baluarte de la democracia en ese país. El presidente norteamericano, ha dado a conocer, con la arrogancia que le caracteriza, una vez más, su forma de pensar impregnada de xenofobia, misoginia y racismo, reflejo del americano feo descrito por Eugene Burdick, esto ha polarizado a los diversos sectores de la población de ese paìs, desestabilizando la estructura que sostiene su democracia.
—Oscar Müller Creel es doctor en Derecho, catedrático y conferencista. Puede ver sus videos en https://www.youtube.com/channel/UCVIY16VXPjfvK5_x2Yjn7Aw
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