Taney, Bradley y Trump, el olvido de la historia

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Las sentencias que en el siglo XIX emitieron los jueces Taney y Bradley de la Suprema Corte de Estados Unidos, fueron expresiones de racismo y discriminación que siglo y medio después encuentran eco en las actitudes y declaraciones del señor Donald Trump.

La Suprema Corte de Estados Unidos es una institución que a través de sus sentencias ha fungido como factor en la evolución de la historia de ese país, pero no todo ha sido bueno pues algunas de estas resoluciones han manchado la imagen de esa nación, así se presenta el caso conocido como Dred Scott versus Sanford, que implicó el soporte de la esclavitud, eliminando la posibilidad de acabar con esa institución en forma pacífica y dando base para la fratricida guerra de secesión del siglo XIX.
Dred Scott era un hombre de origen afroamericano esclavo propiedad de un médico militar del Estado de Missouri de apellido Emerson quien viajó, en compañía de aquel, a los Estados Libres de Illiniois y Wisconsin, el Sr. Emerson murió y la propiedad del esclavo paso a su esposa Eliza Sanford, en ese tiempo existía la regla que una vez que una persona sometida a esclavitud había estado en algún territorio en el que esta no era reconocida, se le debía de considerar libre, la regla era mencionada como “una vez libre, siempre libre” y con esta base Dred Scott demandó ante un tribunal de Missouri se le declarase libre, dictándose sentencia a su favor, pero la demandada solicitó revisión ante la Suprema Corte de ese Estado que decidió la permanencia de la situación de esclavitud del Sr. Scott, argumentando que la ley aplicable a su situación era la de su residencia permanente y no la de su estancia pasajera que se dio en Illinois.
Fue así como el caso llegó ante la Suprema Corte de los Estado Unidos en donde el punto en debate era ya si las personas de color tenían derechos como cualquier otro ciudadano y fue sobre esto que se emitió sentencia en 1856, siendo presidente de ese organismo el Juez Roger Taney, los argumentos mencionan que el derecho a la propiedad privada es parte de los derechos fundamentales de las personas que forman parte de la quinta enmienda de la Constitución que establece que nadie puede ser privado de la vida, libertad o posesiones sino mediante un debido proceso legal y que una ley del Congreso no podía privar a una persona de su propiedad pues no era un juicio, sobre todo como en el caso en que el traslado del propietario a otro estado no implicaba ningún acto ilícito que diera base para desposeerlo de su propiedad. Esto debido a que cada Estado en lo particular y no el Congreso Federal, tenía la facultad de legislar sobre la esclavitud.
La sentencia decidió también que aún y cuando las personas de color fuesen libres no podían tener los mismos derechos de un ciudadano y por razón del color de su piel carecían de una serie de facultades como acudir ante un tribunal a buscar justicia y esto era así pues cuando la constitución se elaboró, la idea del estatus de ciudadano era respecto de los hombres blancos libres en aquel tiempo.
Al negar la Suprema Corte la facultad del Congreso para legislar en materia de esclavitud cerró las puertas para una solución política y la guerra fue inevitable, lucha fratricida que llevó a las enmiendas de la Constitución Decimotercera de 1865, que prohibía la esclavitud en el territorio del país; Decimocuarta de 1868, que estableció la igualdad frente a la ley de cualquier persona y la Decimoquinta de 1870, que estableció el derecho al voto sin discriminación por motivos de raza, color o previa esclavitud.
A pesar de lo anterior, la Suprema Corte volvió a emitir sentencias discriminatorias como la de Civil Rights Cases de 1877 en que el Juez Bradley a referirse a aquellos que habían sido liberados antes de que se aboliese la esclavitud mencionó: “simples actos de discriminación basados en la raza o el color del sujeto no se consideran como símbolos de la esclavitud”.
Estas sentencias han pesado como planchas de plomo en la historia de los Estados Unidos, y tristemente fue hasta los años cincuenta del pasado siglo, que el caso Brown marcó un parteaguas para un verdadero combate a la discriminación, cuando menos en el ámbito legal pues en la práctica muchas mentes cerradas continúan sembrando el odio por motivos de raza, color de la piel u origen, el claro ejemplo de esto lo acabamos de ver con la matanza de Charleston que no se puede atribuir más que al odio racial que se sembró en un joven de 21 años, lo que ha llevado a que la bandera confederada, símbolo del orgullo sureño, haya sido retirada de innumerables lugares públicos.
Al igual que los jueces Taney y Bradley, el empresario Donald Trump se ha convertido en otro ícono del racismo en los Estados Unidos y este señor tal vez callase su discurso de odio si conociese que uno de los más prestigiados Jueces que se ha sentado en los sitiales de la Justicia de la Suprema Corte de los Estados Unidos, fue un hombre de origen hispano: Benjamín Cardozo.

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Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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